
La energía verde moviliza más de 8500 millones y genera 25.000 empleos, en 6 años, en Andalucía ¿y mañana qué?
Foto portada: Plataforma solar de Sanlúcar la mayor, Sevilla
1.
Las energías renovables, tanto la eólica como la solar, están hoy en el ojo del huracán, a raíz del apagón del 28 de abril pasado. Seguramente de una forma totalmente injusta, desde luego deliberadamente interesada ideológicamente, se ha puesto en el centro del debate público para la indagación de la verdadera causa del infernal “0 eléctrico” ibérico la “culpa” del exceso de producción de energías renovables y la inestabilidad que provoca para el sistema eléctrico español, ante la falta de inversiones adecuadas para hacerlo más resiliente y adaptado al cambio del “mix” (la combinación de fuentes del sector) energético español. Ahora bien, al margen de esta cuestión, y de la pugna político-partidista reabierta al respecto, es innegable que la evolución económica y social de España se escribirá en forma de transición a las energías renovables, porque, a diferencia de las fósiles, y también de la -polémica- nuclear, son las únicas fuentes energéticas en la que nuestro país tiene exceso de capacidad generativa. Por lo que no solo nos permitiría autonomía energética cuasi plena, sino una extraordinaria capacidad de exportar, además de movilizar inversiones en desarrollo tecnológico. Naturalmente, para pasar de estas magníficas expectativas a una realidad de desarrollo sostenible integralmente (en lo económico, ambiental y social) hay que adoptar las decisiones legales, políticas, económicas y sociolaborales más adecuadas.
Además, esta proyección de un futuro energético prevalentemente verde tiene también du dimensión de política autonómica. Permitiría culminar el tránsito desde un sistema de generación energética centralizado a otro descentralizado, que aprovecha en mayor medida los diversos recursos renovables de cada territorio autonómico. Por tanto, no solo disminuye la dependencia energética del exterior, sino que potencia nuevas oportunidades de desarrollo convergente entre distintas Comunidades Autónomas, reduciendo su desigualdad de crecimiento y renta. O al menos así se prevé potencialmente, sin perjuicio de la necesidad de un sistema fuertemente integrado y conectado, incluso con la UE, como enseña el apagón.
2.
A tal fin, como destaca, para Andalucía, el Proyecto CREA (Crecimiento Económico y Empleo en Andalucía), en un contexto global (español, europeo y mundial) marcado por transiciones tecnológico-energéticas, la abundancia de recursos naturales para el desarrollo de las energías renovables (como destaca la Agencia Andaluza de la Energía) constituiría una de las fuentes de oportunidades más notables para consolidar un modelo de crecimiento económico y empleo de calidad sostenible y convergente con el resto de España y de la UE. Para aprovechar óptimamente estas oportunidades, no solo en las renovables, sino en otros de gran potencialidad creadora de empresas y empleos sostenibles y de calidad, cifradas nada menos que en 130 propuestas, se precisaría movilizar más de 30.000 millones de euros, con una potencialidad creativa, con un horizonte temporal a 2030, de unos 500.000 empleos solo en Andalucía. Con esta finalidad se han elaborado tres informes, para orientar las políticas públicas y la cooperación público-privado. (ej. Alianza Andaluza del Hidrógeno Verde y la Alianza Andaluza del Biogás).
En tanto se atiende estas expectativas, o se confirma si es un nuevo “cuento de la lechera”, las autoridades autonómicas del ramo han presentado un balance, del último sexenio, relativo a las inversiones movilizadas y empleos asociados a los procesos de transición energética hacia la prevalencia de las renovables. El balance se presentaría de una forma extremadamente positiva, en la medida en que con una movilización de unas inversiones en renovables para Andalucía de 8500 millones de euros en ese periodo se habrían asociado 25.000 empleos. Lo que no se informa de forma precisa es qué tipo de empleos son los creados, pues lo que se enfatiza es que se trata de puestos de trabajo creados en el momento de la construcción de las nuevas plantas e instalaciones, lo que genera la duda de cuál es su continuidad una vez creadas y limitadas a su funcionamiento operativo.
3.
Precisamente, el 25 de marzo pasado ya tuvimos ocasión de dar cuenta del debate en este ámbito, ante la diferente valoración de la capacidad creadora de las energías renovables, respecto de las fósiles, de un volumen de empleo numeroso, suficiente para compensar la pérdida de empleos en el sector de fósiles, así como de calidad, también en el ámbito local, donde se produce la energía y se instalan las plantas, cada vez más grandes, pero no necesariamente con más empleos en su gestión. Mientras que el estudio del Banco de España 2023 deja aflorar una cara sociolaboral menos luminosa de este proceso de transición a las renovables, la Unión Española de Fotovoltaica (UNEF) sublima su impacto positivo (aportaría más de 13.000 millones de euros al PIB y crearía, en todo el Estado, 162.000 empleos), con impacto positivo en las finanzas municipales (un Ayuntamiento percibiría un ingreso anual de10.000€ por MW instalado en los diez primeros años). En esta misma línea optimista, el informe elaborado por McKinsey & Company, España y Portugal, hoy en “chok” por el apagón, liderarán la creación de empleos en sectores clave como la energía solar, el hidrógeno verde y baterías, impulsando la economía local y la descarbonización de la industria. En términos de empleo, estima que la transición energética podría añadir, con las decisiones de inversión y regulación adecuadas, más de 1.5 millones de empleos netos en Iberia para 2030.
En el Informe se estima que estos sectores pueden llegar a representar entre un mínimo del 10% y un máximo del 20% (una horquilla demasiado amplia para dar la debida fiabilidad) del PIB conjunto de España y Portugal para finales de la década. Los principales motores de esa creación de empleo serían la electrificación de la economía (la incertidumbre que crea el apagón es notable), abarcando desde la expansión de las energías renovables hasta el total despliegue de redes eléctricas inteligentes, sistemas de almacenamiento de energía y vehículos eléctricos. El hidrógeno verde también desempeñará un papel clave en la generación de empleo, especialmente en sectores industriales intensivos en energía como la siderurgia, los productos químicos y los fertilizantes. Un fuerte potencial de empleabilidad se atribuye también al sector de baterías y almacenamiento de energía, impulsado por el auge de los vehículos eléctricos que, sin embargo, de nuevo, conocen hoy en Europa un marcado estancamiento y una elevada incertidumbre, lo que ayuda a ver en ese exceso de confianza en la capacidad creadora de empleo un cierto efecto de “cuento de lechera”.
4.
Finalmente, de especial interés resulta para esta entrada dejar constancia de la atención que presta el Informe último referido a los perfiles profesionales para que la inversión en “capital humano” vaya de la mano de la “inversión ibérica en renovables”. En este sentido, el informe pone énfasis en la necesidad de una “mano de obra” diversa, que abarca perfiles altamente cualificados, hoy escasos, con el consiguiente equilibrio de la oferta y la demanda profesional, como no cualificados y de menor valor añadido. En términos generales, se calcula que casi la mitad de los empleos creados será para personal no especializado en energía renovable, centrados en áreas como la instalación y mantenimiento de infraestructuras, la producción y ensamblaje de vehículos eléctricos y la construcción de plantas de hidrógeno verde. Estos empleos pueden representar una buena oportunidad de reinserción laboral para las personas de sectores tradicionales, desplazadas por el efecto de la automatización o la deslocalización de la producción industrial. Pero, sin duda, la clave estará en el desarrollo de los empleos especializados y todos los procesos de inversión y transformación tecnológica que conllevan (vid. Gráfico).

Entre los aspectos más prometedores del Informe está su convicción de que el desarrollo de estas oportunidades servirá para alentar el crecimiento de nuevos yacimientos de empleo verde de calidad. El Estudio destaca que los empleos más directamente vinculados a las energías renovables suelen ofrecer salarios más altos que los trabajos en sectores tradicionales y tienen menor probabilidad de ser reemplazados por automatización, por lo que presenta mejores indicadores de seguridad o estabilidad y calidad. Una vez más, se insiste en que la creación de empleos verdes de calidad no solo repercutirá positivamente en las grandes ciudades, sino también en las zonas rurales, especialmente en las regiones con abundantes recursos naturales como el litio y la biomasa, localizados a menudo en la denominada España vaciada. Sin embargo, este prometido nuevo El Dorado para el desarrollo regional en áreas menos favorecidas (como Andalucía, Extremadura y Castilla y León en España, y Boticas y Montalegre en Portugal) no halla la debida corroboración empírica, al menos de momento, como también se ha indicado.
5.
En todo caso, algo sí queda claro. Para aprovechar de forma óptima estas expectantes oportunidades de empleo verde de calidad justamente distribuido territorialmente se precisará políticas adecuadas, económicas, tecnológicas y de mercado de trabajo. En esta dirección se mueve el recientemente presentado, por la Comisión Europea, Pacto por una industria limpia, que incluye una ambiciosa programación de medidas concretas para hacer del horizonte de descarbonización un motor de crecimiento para las industrias europeas. Las medidas incluyen tanto la reducción de los precios de la energía como la creación de puestos de trabajo de calidad, mediante el establecimiento de unas condiciones adecuadas para que las empresas y las personas prosperen. En esta dirección, además de movilizar más de 100.000 millones de euros en inversión y revisar los marcos normativos que faciliten su puesta en práctica, la Comisión se compromete a crear lo que llama una “Unión de Capacidades”, para invertir en capacitación de las personas trabajadoras (nos parece muy bien que sustituya el término capital humano por capacitación), como un presupuesto inexcusable para crear empleos (verdes) de calidad. Se cifraría este empleo en unos 500.000 puestos de trabajo de este tipo.
En suma, el futuro parece más halagüeño que el presente, pero no está en modo alguno asegurado, sin las debidas decisiones públicas y privadas, también sociales. Y en esas decisiones las dudas sobre el papel de las renovables derivadas con la coyuntura del dramático apagón no ayudan nada, menos si en vez de un compromiso de Estado los partidos buscan la división entre renovables y nucleares, algo hoy sinsentido ni razón, ni económica, ni social ni tecnológica. Los problemas complejos no deberían resolverse con unas respuestas simplificadoras, sino alentando debates y decisiones bien informadas, con la necesaria evidencia científica y la inexcusable participación pública, clave para el desarrollo de un modelo de economía social de mercado ambientalmente sostenible e inclusivo.