Una cooperativa sin ánimo de lucro, líder del sector de la economía circular en el sector textil con creación de empleos verdes inclusivos

Una cooperativa sin ánimo de lucro, líder del sector de la economía circular en el sector textil con creación de empleos verdes inclusivos

Cristóbal Molina Navarrete.
Catedrático de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social.
Arturo García Sanz.
Profesor contratado doctor de Derecho Mercantil.
Universidad de Jaén.

1.

El sector textil es uno de los más contaminantes (la huella de carbono es de 270 Kg de emisiones de CO2 por persona, 121 millones de toneladas anuales -10% del total mundial -más que todos los vuelos y envíos marítimos-) y de más elevada sobreexplotación de recursos naturales (agua, tierras para cultivar algodón y otras fibras). Los estudios avalados por la Agencia Europea del Medio Ambiente estiman que el sector textil es la tercera fuente de degradación del agua y del uso del suelo. Por lo tnato, un cambio de paradigma hacia la economia circular de la producción y del consumo de textiles (sobre todo del modelo de moda rápida -suministro constante de nuevos estilos, a precios muy bajos –“low cost”-, mala calidad y condiciones de trabajo precarizadas), alargando su tiempo de uso, mejorando la reutilización y el reciclaje, podría reducir de forma notable estos impactos negativos, así como el consumo general. Así se propone en el Plan europeo de Acción más amplio de promoción de una economía circular en 2050 como presupuesto de un modelo integralmente sostenible de crecimiento económico y modo de vida social (producción y consumo sostenibles -al igual que el trabajo-).

No es un problema, pues, solo de modelo de producción textil (también de trabajo, como un recurso básico del proceso). Afecta al modelo de consumo y evidencia la contribución individual al problema: se producen 100.000 millones de prendas de vestir (equivale a 13 prendas nuevas al año por cada habitante) y gasta 93.000 millones de metros cúbicos de agua cada año (cantidad suficiente para que sobrevivan más de 5 millones de personas). Por tanto, el cambio exige la solidaridad colectiva (art. 45.2 de la Constitución Española -CE-). La progresiva mutación del modo en que las personas tienden a deshacerse de la ropa ya no deseada (tienden a tirarse las prendas en vez de donarlas, pese a multiplicarse los lugares para depositarlas -aunque tampoco estos ofrecen garantía de dónde terminan). Menos de la mitad de la ropa usada se recoge para ser reutilizarla o reciclarla y apenas el 1% se recicla en ropa nueva, por diversos motivos, entre ellos la “juventud” de las tecnologías que permitirían elevar el reciclado de la ropa en fibras vírgenes.

2.

España es uno de los países europeos con mayores niveles de producción y consumo textil, pero menores niveles de reutilización y/o reciclado. En España se arrojaría directamente a la basura, anualmente, en torno a 1 millón de toneladas de residuos textiles, de modo que sólo un 10-12% se reutiliza o recicla. Pero, una vez más, este gravísimo riesgo-dao social climático aparece como global, en la medida en que los déficits de circularidad en la economía (producción-consumo) textil en Europa terminan repercutiendo más intensamente incluso en los países del Tercer Mundo, generando mayor desigualdad y exclusión. Muy difundido es el mal ejemplo de Ghana, un destino de la basura textil del norte global. La capital del país africano, Accra, se situaría el considerado mayor mercado de ropa de segunda mano del mundo.

A él (kantamanto) llegara unos 15 millones de prendas usadas cada semana, casi la mitad terminan siendo montañas de basura, en parte arrojada a los océanos en parte quemada, contribuyendo a incrementar los efectos contaminantes. Por lo tanto, criticada como auténtica política colonialista de los residuos, mediante su “externalización”, no reciclado, lo que debería ser ejemplo de “economía circular” termina siendo expresión de un círculo vicioso, de “contaminación circular sin fronteras” (que se mezcla con la ciberbasura, como el triste caso del vertedero de Agbogbloshie, también en Ghana). No es el único país africano en esta situación, otros padecen esta imagen de vertedero de ropa europea (y norteamericana), como Kenia, Angola, Túnez. En suma, mientras el negocio del fast fashion (moda rápida) crece a un ritmo exponencial en los países ricos, los países pobres africanos (en menor medida, pero también, varios asiáticos) mutan en “mercados de segunda mano-vertederos” textiles (allí se le da la expresión “obroni wawu” -ropa del hombre blanco muerto-).

Un trabajador de la ONG Gayo (Green Africa Youth Organisation) en un vertedero lleno de residuos textiles en Ghana.

3.

Para reducir los nocivos efectos en el medio ambiente, tanto más próximo como más lejano [con esa nueva hipoteca para su “derecho al futuro” que supone el citado[“neocolonialismo de (ciber)residuos”] resultará clave no solo promover una legislación comunitaria y estatal realmente dotadas de garantías de efectividad en la vida diaria, hoy muy deficiente, sino también la multiplicación de experiencias prácticas que conviertan ese gran riesgo social climático global del sector textil en fuente de oportunidades de desarrollo sostenible, ambiental, económica y socialmente. Hay que recordar que el Grupo Inditex, junto con Nike, es uno de los más contaminantes del mundo. Nike con 18 millones e Inditex con 17,7 millones de toneladas, sus célebres tiendas “fast fashion” (Zara, Berskha, Pull&Bear…), siempre repletas de gente, son, con gran diferencia, los dos grupos empresariales textiles más contaminantes del planeta. A gran distancia le siguen Adidas (8 millones de toneladas de CO2) y H&M (7,6 millones). Las estimaciones tienen ciertos errores de desviación, pero en lo sustancial reflejan muy bien el grave problema climático.

Por eso es tan saludable la experiencia de una entidad de economía social como la cooperativa social sin ánimo de lucro Moda re-, la cooperativa de moda circular de la ONG Cáritas, lidera en reciclaje textil, con más de 47,6 millones de kilos (47.000 toneladas) recogidos en 2024 (casi 3 millones de kilos más que en 2023). Tres serían los objetivos de esta entidad de economía social. A saber:

  • Dar una segunda oportunidad a la ropa que ya no se utiliza, en el paradigma de economía circular que trata de poner el centro en la protección ambiental y en el bienestar personal. A tal fin son una organización de gestión integral de todo el ciclo de reciclaje textil: recogida, preparación para la reutilización, reciclaje, donación y venta responsable.
  • Generar un impacto ambiental positivo, mediante una adecuada gestión de residuos textiles en España en reutilización y reciclaje textil. Para ello firman acuerdos estratégicos con empresas clave en la industria.
  • Crear oportunidades reales de trabajo sostenible, mediante empleos verdes e inclusivos socialmente. Se trata, pues, de un proyecto de generación de empleo verde decente, por su carácter inclusivo, para personas en situación de riesgo y/o exclusión social.

4.

Como se explica en su portal web, en 2018, “bajo el convencimiento de que el trabajo es la mejor alternativa para luchar contra la exclusión social”, el mantra típico de las empresas de inserción por lo económico, cuando se gestó Moda re-. En 2020, atendiendo a la centralidad de la economía social como una amplia gama de yacimientos de empleos decentes para personas y colectivos vulnerables, Moda re- se constituye como una cooperativa de iniciativa social sin ánimo de lucro. Este tipo de cooperativas resultan especialmente idóneas para abordar el riesgo social de exclusión y los desajustes o las fallas del mercado, tanto en la producción como en su capacidad para generar trabajo decente (desde el emprendimiento social), combinando los principios del cooperativismo y los estándares de trabajo decente, así como, en este caso, con los principios de protección ambiental.

Del art. 106 de la Ley 27/1999, de 16 de julio, de Cooperativas y de su disposición adicional sexta se deriva que participan de la naturaleza jurídica de las cooperativas sin ánimo de lucro (las hay con ánimo de lucro también), cualquier cooperativa que tenga por objeto la gestión de servicios de interés general o aquéllas que, realizando variadas actividades económicas, se comprometen con la integración laboral de personas en riesgo de exclusión social. En este caso, esta misión inclusiva sociolaboral se realiza a a partir de la gestión eficiente de ropa y desechos textiles. Constituye, pues, un ilustre ejemplo del modelo de producción, de trabajo y de consumo eco-social positivo que empresas de economía social favorecen especialmente.  De ahí que, conforme a los arts. 129.2 y 9.2 CE merezcan una mayor promoción por parte de los poderes públicos, también comunitarios.

Imagen extraída de la web de la entidad Moda-re

La cooperativa cuenta con casi 9000 contenedores sensorizados instalados en vía pública o espacios privados como parroquias, centros comerciales, escuelas o universidades y 175 vehículos de recogida, varios de ellos eléctricos, aplicando sistemas de conducción eficiente e instalando bases de recarga fotovoltaica para autoabastecimiento energético. La recogida corre a cargo de personal de las empresas de inserción de la cooperativa, que también emplean a los equipos de la clasificación de la ropa. Usando tecnología separan las prendas que, por su estado, no pueden reutilizarse. Las óptimas se higienizan y envían a su destino final (tiendas Moda re- propias -145- y otros puntos -27 córneres en hipermercados Alcampo-).

En 2024 Moda re- contaba con una plantilla de:

  • 608 empleos, un 17,5% de empleos más que en el ejercicio anterior.
  • 863 de ellos han estado reservados a personas en riesgo de exclusión que han conseguido una oportunidad laboral (temporal, en estos casos) en el proyecto —60% mujeres—, aumentando un 14,3% respecto a 2023.
  • Finalizados sus itinerarios de inserción, para facilitar el tránsito al mercado laboral normalizado desde este sector de mercado de empleo protegido, se realizaron programas de capacitación laboral.

5.

A la vista de estos datos parece clara la urgencia, no solo la necesidad, de normas y políticas que muten el modelo de la industria textil (sobre todo la moda rápida). Pero también hay que desincentivar la cultura social consumista de compra constante de ropa (barata e inútil). No solo es patológica individualmente, sino destructiva para el entorno. En todo caso, un consumo más racional y la difusión de la cultura del reciclado también contribuye a yacimientos de empleos verdes socialmente inclusivos (indefinidos, temporales). Lo que es relevante, pues ya tuvimos ocasión de poner de relieve en otra reciente entrada que no siempre los empleos verdes del sector del reciclaje son decentes, sino que están marcados por la precariedad